domingo, 8 de abril de 2018

Finca

       -Cucho, ahí le dejo el almuerzo, pero coma rápido porque ya nos están esperando, y vea que mi primo ya me está llamando ¡muévalo muévalo muévalo!

-Relájelo que todavía falta, le dije a mi amigo. Así que me di a la tarea, comí y me cepillé lo más rápido que pude, llegaron con el bafle y nos empezaron a silbar desde la calle, ya es la hora de salida. Cojo mis gafas; me miro en el espejo para corregir imperfecciones y salir bien melos para la finca; cierro las ventanas por si las moscas; uno no sabe lo que pueda pasar; cierro la puerta y salgo a reunirme con todos.

Bajamos hasta el coliseo, allá estaba la chiva, el carruaje, la nave, si Colón llegó a América en la niña, nosotros llegamos en chiva en busca de nuevas experiencias y nuevas tierras por conquistar, pero yo no, la tierra que siempre quise conquistar ahora tiene una bandera con mi cara, ondeando en el pico más alto. Definitivamente vamos melos por todos los lados, armados y peligrosos, guaro todo el que usted quiera, comida toda la que usted quiera, y otros dulcecitos que no quiero mencionar para guardar la cordura y la decencia en este escrito. Además de eso, iban mis amigos, mi familia, mis panas del colegio, y mi novia, la tierra de la que les hablé.

Llegamos, nos ubicamos, le hicimos el respectivo análisis lingüístico  a la finca, miramos la piscina, y en cuestión de media hora, ya estábamos todos mojados, sirviendo guaro y tirándonos del tobogán, ahh verdad, había tobogán, una chimba de tobogán, del cual todos nos tiramos haciendo diferentes poses; pelando el culo, haciendo paraditas de Smackdown; dando vueltas; habían unos más atrevidos y osados, que primero tiraban la roba interior por el tobogán,  y ya luego se ponían de pie y se tiraban desnudos.

Todo era risas, chistes, bromas, guaros dobles, chimbas de canciones, todos con sus parejas araganeando en las piezas; a veces mientras el bafle se demoraba en pasar de una canción a otra, se escuchaba el dulce sonido del amor al fondo, simplemente nos reíamos y seguíamos en lo nuestro, bailando, comiendo, preparando la comida, nos comíamos, todo fue una cadena alimenticia en la que yo era una pequeña gacelita, y mi novia la fiera que siempre me devoraba por las sabanas de la Pintada.

Terminó la noche y llegó la dulce y tierna mañana, y con ella, el guayabo, la resaca, el dolor de cabeza que no te permite comer nada en absoluto, excepto una cosa, mi novia, y más guaro, aunque el almuerzo sí me lo comí, era un sancocho muy rico, y ustedes saben que uno en ese estado, el caldo es como agua para el sediento.

Seguimos en la fiesta hasta la tarde noche, sacándole todo el jugo a esa finca —esperen yo me pego la última mojadita, el ultimo chapuzón y ya luego me cambio— La chiva llegó pitando en la portería, el carruaje ya había llegado por la alta realeza. Nos organizamos y empacamos todo, aunque casi no encuentro mi billetera, monté las maletas al carro, cogí la garrafa, me puse mis gafas para pilotear el viaje, y me paré 5 minuticos en la entrada de la finca, nos miramos mutuamente, era como escuchar todo de cabeza de Kaleth morales, era la hora de irnos, de alejarnos, aquí se quedarán momentos hermosos, momentos con mis amigos, con mi novia, aquí se quedarán nuestras energías, pero tú, querida y hermosa finca, te vendrán con nosotros, en nuestros corazones, en nuestras memorias, harás parte de nosotros, como nosotros de ti, muchas gracias y seguro, nos veremos pronto.

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