lunes, 14 de mayo de 2018

Destino


Qué difícil es encontrarle una definición a esta palabra, unos la definen como un estado emocional, como una meta, un límite, otros dicen que  es lo contrario a una meta, que es un proceso, el recorrido, el viaje para cumplir dicho objetivo; hay muchas versiones pero es la misma palabra. Hay quien dice que el destino ya está escrito, y Hollywood nos lo vende de esta manera; Destino final 1, Destino final 2; Destino Final 3; Destino Final 4; y creo que ya van por la 5 o por la 6, la verdad no sé. Pero el punto, es que para mí, esos sueños que nos trazamos desde pequeños; cantantes; futbolistas; actrices; astronautas; científicos; esos sueños utópicos que sólo realizamos en la computadora o jugando  vídeo juegos, esas personas que veíamos por televisión y decíamos, “qué chimba” sería poder ser como ella o como él, pero ojo, que no sea por dinero, esto del tema del destino es como el Karate, si lo usas con los fines equivocados, las cosas te pueden salir mal, sólo lo debes utilizar para hacer el bien, hacerte el bien a ti mismo y a los demás, en pocas palabras, para ser feliz  y hacer feliz  a todo aquel que le guste lo que haces.

Jim Carrey ya lo dijo una vez, “Espero que todos puedan volverse ricos y famosos y tener todo lo que soñaron, para que se den cuenta de que esa no es la respuesta”, no lo hagas por lo que lo hacen la mayoría, por eso la mayoría fracasa, porque cuando van hasta el final del arcoíris, y descubren que el tesoro ya se lo han llevado, desisten, se rinden y nunca insisten, porque simplemente no era lo que esperaban. En realidad, cuando verdaderamente amas algo, no esperas que las cosas sean de una manera determinada; usted encuentra las cosas ubicadas donde deben estar, es tu trabajo acomodar todo para poder estar tranquilo, para poder ser feliz.

Tal vez por el afán de mi mamá para que yo entrara a producir desde muy joven fue por lo que yo entré a esta carrera, obvio escogí algo que fuera a fin a mis gustos, y de verdad me gusta estar aquí, pero no creo que este sea mi destino, tal vez yo debía pasar por aquí para saber que mi camino era por allá, todos estos  años educándome con unos grandes profesores y aprendiendo de los mejores compañeros, me han ayudado a descubrir pasiones que antes tenía, pero que no trabajaba mucho; ahora tengo los mismo sueños que tuve de niño cuando escuchaba música o veía a cantantes en la tele, no quiero ser cantante precisamente, nunca me ha gustado tener el protagonismo de las cosas, cuando veía los Power Rangers nunca escogía ser el rojo, siempre me gustaba escoger cualquier otro que fuera importante y ayudara, pero que no se llevara todos los créditos; cuando juego fútbol me siento más cómodo metiendo los pases, que metiendo los goles; cuando hay un trabajo, me gusta que otro lleve el liderazgo y orden de las cosas, y obvio, yo aportar a lo que sea que se esté haciendo.

 El fútbol y la música han sido las dos corrientes que más han movido mi vida, ya con el fútbol me resigné a vivirlo como un hincha, como un espectador, pero con la segunda no estaré dispuesto a ceder; mis amigos me dan felicidad, y creo que tengo a los mejores; el fútbol me da felicidad, y soy hincha de nacional; mi familia me daba felicidad pero se está desintegrando por temas de dinero, herencias y maricadas que cada que las hablan me pongo los audífonos, 100 de volumen y me parcho, sin embargo tengo a mi mamá y a mis hermanas que aunque a veces me cobren las cosas, están ahí para ayudarme; tengo  a mi novia que también me da felicidad y dolor de cabeza; y por último, tengo a la música, mi fiel compañera, a la que nunca dejo, y esta sí que me ha dado felicidad, consuelo y tristeza; y creo que es mi turno de retribuir todo lo que me han dado, es mi turno de hacer algo por la música, porque ya ella ha hecho  mucho por mi. 

domingo, 6 de mayo de 2018

Calles de Medellín


Qué bonito es Medellín ¿no les parece?, Cada vez está más lleno de turistas, la gente de todo el mundo sabe quiénes somos, en dónde estamos ubicados y a qué hemos venido; nuestro sistema de transporte es un orgullo y es un emblema nacional, a pesar de que en hora pico todo se convierte casi que en una proeza si del transporte público se trata, el olor de más de 50 paisas en menos de 4 metros cuadrados, aprisionándote contra lo que sea que te estés apoyando, eso no nos genera ese sentido de pertenencia que debemos tener, y es comprensible sentir odio, aunque cada vez que el metro no funciona, nos sentimos perdidos, abandonados, desorientados, sin brújula, y si el metro no está abierto, ahora ¿quién podrá defendernos?

 La ciudad está cambiando ante nuestros ojos, las calles de Medellín son diferentes, están más parchadas, ahora hay murales en paredes donde sólo había muerte, temor de un atraco, asesinato, violación, cualquier cosa que tenga que ser en contra de tu voluntad e implique sangre y mucho dolor. Aunque por ese lado, todo es muy bello y muy bonito; el parque Lleras se convirtió en el icono para mostrarle al  mundo, porque ahora  hay más extranjeros que gente de aquí, es más utilizado el inglés que el parlache; literal uno no se va  a hacer diligencias al sur, sino que uno se va a pasear al sur, uno hace intercambio para el parque de Envigado o para el Lleras, eso es casi que otro país, otra imagen que no refleja la verdadera Medellín,    —oohh, Medellín ser una chimba— dicen los gringos, mientras caminan en chanclas, con unos mochos puestos, un sombrero blanco, una camisilla, una corona en la mano, y en la otra una hamburguesa de Burger King, así hasta Haití es un paraíso, un hotel 5 estrellas, uno crea su propio concepto de ciudad; por ahí dicen que la vida no es color de rosas, pero si tienes dinero, la puedes pintar de todos los colores como los murales de la comuna 13, o como las casas que adornan y le hacen calle de honor al tranvía.

Claramente en la ciudad hay una enorme brecha, hay una división, hay un blanco resplandeciente y un negro que te embarga de tristeza, de soledad, un negro tan negro como las plumas de un cuervo, tan negro como un agujero; aquí en el valle de Aburrá hay dos caras, hay dos valles con un Aburrá en común, distan totalmente una de la otra; son como el agua y aceite; izquierda y derecha; Messi y Cristiano, Petro y el hijueputa de Duque; es un abismo que sólo unos cuantos perciben, una frontera invisible  que no está marcada por una línea, por una casa, o por un poste como son comúnmente delimitadas en los barrios, cruzar esta frontera no te mata, no te hace recibir un disparo, no te hace cambiar de bando, de equipo, simplemente, te muestra una realidad que es muy diferente al concepto de “chimba”  que tienen los gringos sobre nuestra salvaje Medellín.

La vida en el sur es demasiado bonita, demasiado lujosa, las urbanizaciones, los coches de lujo que  se parquean por toda la 10, la gente en los bares y discotecas consumiendo los más caros licores. Es toda una vida marcada por el dinero, por el estatus, lugares dignos de mostrar por tus redes sociales, lugares dignos de ser el escenario de un gran recuerdo, que el protagonista no seas tú, sino donde usted estaba, la discoteca donde te emborrachaste, la tienda donde  compraste la ropa, el restaurante donde almorzaste la otra vez; no es la misma pola  si te la tomas en el poblado; allí cambia, no importa que sea la misma cerveza, el precio es diferente a pesar de que el precio sugerido sea 1.500 pesos.
Si bien inicié este escrito hablando de lo lindo que es Medellín, y de lo útil que es el metro, este nos ayudará para hacer el contraste, la contraparte, la antítesis de esta historia; porque más o menos después de la estación  universidad; se puede observar ese vacío, esa diferencia; la estética de las casas es diferente, el orden en el que están ubicadas, una encima de la otra, no hay límites entre casa y casa, parece la obra de cualquier ingeniero que hizo trampa en todos los exámenes; ahora estando en el norte, el panorama es diferente, ahora ves ropa extendida en las fachadas de casas que no tienen derecho a llamarse casas; más bien, parecen unos armatodo, un juego de legos tamaño gigante, un atacaso artístico  que no se hizo por arte, sino por necesidad.

Casas de cartón,  madera, barro, cualquier cosa que encaje en el hueco que falta por tapar, esto  va más allá de jugar tetris, esto se debe hacer perfecto, no quiero que una tormenta me derrumbe el castillo que he construido entre la basura, es lo más parecido a la historia de los tres cerditos, con la salvedad de que el papel del lobo lo cumple la ingrata vida, que soplará y soplará hasta derrumbar tu castillito de arena, tu avión de papel, tu manualidad, tu trabajo del colegio que utilizas como vivienda, porque yo rebusco mis columnas y mis paredes entre la basura de los demás, la palabra adobe y cemento no existe, es una utopía, algo imaginario como las calles de Macondo, y eso que esto es de los más organizados, de los hacen algo más que sólo respirar, construir  una casa de cartón es tener un convicción arrolladora cuando ya no se tiene nada más, esto lo hacen  los que día a día se proponen una meta, sobrevivir, ver el sol salir una vez más, poder respirar el aire tibio e impregnado por esa esencia que sólo el rio Medellín puede darle, esa esencia que va en decadencia, esa esencia que sabes que la noche de hoy es algo incierto, que cada minuto que pasa es un regalo de la vida, porque no tienes nada por  lo cual vivir, por lo cual levantarte y seguir, simplemente, eres como un carro sin gasolina, un carro desvalijado por la vida, por los años, por las malas experiencias, por los malos ratos.

También hay otros que llenan  su carro con la gasolina equivocada, con la que en vez de llevarlo hacia adelante, lo retrasa, un combustible hecho para ir hacia atrás, para devolver los pasos, es como si te pusieras los zapatos al revés, las drogas  llenan momentáneamente un vacío que cada vez se hace más grande, te daña la cordura, no razonas correctamente, simplemente quieres más y más, quieres seguir vagando por las hermosas y coloridas calles de Medellín, aspirando una bolsa, o con una jeringa en la mano, un aspecto desagradable y mal oliente, unas vestiduras rasgadas por las garras de ese lobo que al fin sí pudo derrumbar tu casa, y te devoró totalmente, eres los sobrados de lo que dejaron, el arroz que nunca se comió, el borde de la pizza que a muchos no les gusta, eres esa servilleta que se bota después de haberse comido la empanada, eres como un zombi, un muerto que camina por inercia  buscando una cómoda cera para dormir, allí no cobran cover, las mujeres entran gratis, te puedes ubicar en palcos si quieres, un lugar diseñado  para lo que usted quiera consumir, es un tipo de barra libre en el que usted es el bartender, el cliente, y el que cierra el local, te mantienes en una fiesta que sólo dura unos minutos, pero que te dejará una resaca para toda la vida.

martes, 1 de mayo de 2018

Vida Parte II


Vida; para unos es la bendición de Dios nuestro señor, para otros es una tortura, un sufrimiento. Un dolor de cabeza como el que le da a las mujeres en el juego previo, con la excepción de que este sí duele, este te empaña las mañanas y te convierte las noches en pasillos oscuros y desolados, noches en las que tu única compañía es tu misma sombra reflejada por la luz de la luna, con la salvedad de que ésta no es de queso.

Sin lugar a dudas, la vida tiene dos caras, está la blanca y está la negra, cazas o eres cazado, hay días en los que triunfas y sales radiante de tu casa, los choferes te miran, los albañiles te echan esos piropazos que sólo ellos saben decir, los manes te observan y hasta las mujeres también; como también hay ocasiones en las que empiezas el día con 7% de batería en el celular, llegas tarde a clase, a las tres horas te das cuenta de que tenías la camiseta al revés, te queda la sombra blanca de la crema dental alrededor de la boca; justo antes de terminar la clase, el profe recoge el trabajo, el cual sí hiciste, pero se te quedó en la casa, para que le dé más rabia y le arda mijo.

Si las leyes de Newton ya están establecidas, aprobadas y reafirmadas, apréndase esta ley de la maestra vida, que esta sí que ha enseñado cosas a punta de ensayo y error;  el día en el que salgas feo y horrible, ese día te encontrarás a todo el mundo”, es verídico, está más que comprobado por cada uno de nosotros; pueden ser las 5 de la mañana o las 11 de la noche, puede ser que antes de salir te asomaste por la ventana para ver que no haya nadie por ahí, y apenas abres la puerta, te reciben todas tus parejas, ex parejas, futuras parejas, posibles pretendientes, algunos sospechosos, “fletes”, amores frustrados, amores platónicos, la profesora sexy del colegio, el profesor guapo de la universidad, la chica de la papelería del bloque 6; te reciben todos, pero absolutamente todos aquellos que ni bien presentados nos atreveríamos a hablarles, aparecen como por arte de magia,—estás lindo— no los ves, —vas por un paquete de arepas a la tienda, en chanclas y recién levantado — puff, todos aparecen, así de simple, así de sencillo.

No quiero decir que la vida sea mala, pero a mi parecer, es una interesada, una ingrata, que si nos suceden cosas malas, es culpa nuestra, fue nuestro error, pero si nos pasa algo bueno, es gracias a ella, eso es casi que tener una novia, estamos casados con la vida, no somos felices con ella, pero no la queremos perder, a veces sentimos ese deseo de terminar con todo, de que esta relación se vaya a la mierda, — vida mi amor, es que no eres tú, soy yo— yo soy el que quiere terminar con esto, ya no aguanto más, ya no me tocas, ya no me abrazas; ¿acaso tienes a otro? Seguro es eso, hay otro al que le estás dando toda mi buena suerte, todo mi esfuerzo, no importa lo que haga, todo termina mal.

Ese es el lio que todos sentimos o hemos sentido alguna vez en la vida, la decepción porque no vemos una respuesta equitativa entre el esfuerzo y la recompensa, por eso mi posición ante la vida es un poco pesimista, porque ya no sé qué más esperar; yo soy el que siempre saca 2.9; al que se le cae la arepa por el lado de la mantequilla; llueve cada vez que me pongo mochos; soy al que quieren mucho, pero como amigo; por eso yo apoyo con violencia la noción de que “la vida está llena de cosas buenas que le pasan a los demás”, como dice uno de mis comediantes favoritos, Ricardo Quevedo, y no solo es él, digamos que Deadpool piensa algo similar a nosotros, y por nosotros me refiero a Ricardo y yo, “La vida es una serie interminable de desastres con breves comerciales de felicidad” dice el súper pero nunca héroe, Wide Wilson, el chistoso asesino de traje rojo, con pantalones ajustados, muy ajustados.

También están los lambones que defienden a la vida y se ponen de lado de ella, ellos dicen  que la vida es dependiendo de cómo uno la mire, pero si ella te obliga a que la mires con odio, con rabia, por favor mírala así, sedúcela así, odio con odio se cancela, menos con menos da un más como resultado, y eso que decían que las clases de matemáticas no me iban servir para nada, pero por favor, y escúchame bien, si no se lo merece; no trates a la vida como a una señorita; no la llames; no le des cerveza; no la mimes; no le coquetees; porque a la final, ella no te va a abrir las piernas.