Vida; para unos es la bendición de Dios
nuestro señor, para otros es una tortura, un sufrimiento. Un dolor de cabeza
como el que le da a las mujeres en el juego previo, con la excepción de que
este sí duele, este te empaña las mañanas y te convierte las noches en pasillos
oscuros y desolados, noches en las que tu única compañía es tu misma sombra
reflejada por la luz de la luna, con la salvedad de que ésta no es de queso.
Sin lugar a dudas, la vida tiene dos
caras, está la blanca y está la negra, cazas o eres cazado, hay días en los que
triunfas y sales radiante de tu casa, los choferes te miran, los albañiles te
echan esos piropazos que sólo ellos saben decir, los manes te observan y hasta
las mujeres también; como también hay ocasiones en las que empiezas el día con
7% de batería en el celular, llegas tarde a clase, a las tres horas te das
cuenta de que tenías la camiseta al revés, te queda la sombra blanca de la crema
dental alrededor de la boca; justo antes de terminar la clase, el profe recoge
el trabajo, el cual sí hiciste, pero se te quedó en la casa, para que le dé más
rabia y le arda mijo.
Si las leyes de Newton ya están
establecidas, aprobadas y reafirmadas, apréndase esta ley de la maestra vida, que
esta sí que ha enseñado cosas a punta de ensayo y error; “el día
en el que salgas feo y horrible, ese día te encontrarás a todo el mundo”, es
verídico, está más que comprobado por cada uno de nosotros; pueden ser las 5 de
la mañana o las 11 de la noche, puede ser que antes de salir te asomaste por la
ventana para ver que no haya nadie por ahí, y apenas abres la puerta, te
reciben todas tus parejas, ex parejas, futuras parejas, posibles pretendientes,
algunos sospechosos, “fletes”, amores frustrados, amores platónicos, la
profesora sexy del colegio, el profesor guapo de la universidad, la chica de la
papelería del bloque 6; te reciben todos, pero absolutamente todos aquellos que
ni bien presentados nos atreveríamos a hablarles, aparecen como por arte de magia,—estás
lindo— no los ves, —vas por un paquete de arepas a la tienda, en chanclas y recién
levantado — puff, todos aparecen, así de simple, así de sencillo.
No quiero decir que la vida sea mala, pero
a mi parecer, es una interesada, una ingrata, que si nos suceden cosas malas,
es culpa nuestra, fue nuestro error, pero si nos pasa algo bueno, es gracias a
ella, eso es casi que tener una novia, estamos casados con la vida, no somos
felices con ella, pero no la queremos perder, a veces sentimos ese deseo de
terminar con todo, de que esta relación se vaya a la mierda, — vida mi amor, es
que no eres tú, soy yo— yo soy el que quiere terminar con esto, ya no aguanto
más, ya no me tocas, ya no me abrazas; ¿acaso tienes a otro? Seguro es eso, hay
otro al que le estás dando toda mi buena suerte, todo mi esfuerzo, no importa
lo que haga, todo termina mal.
Ese es el lio que todos sentimos o hemos
sentido alguna vez en la vida, la decepción porque no vemos una respuesta
equitativa entre el esfuerzo y la recompensa, por eso mi posición ante la vida
es un poco pesimista, porque ya no sé qué más esperar; yo soy el que siempre
saca 2.9; al que se le cae la arepa por el lado de la mantequilla; llueve cada
vez que me pongo mochos; soy al que quieren mucho, pero como amigo; por eso yo
apoyo con violencia la noción de que “la vida está llena de cosas buenas que le
pasan a los demás”, como dice uno de mis comediantes favoritos, Ricardo Quevedo,
y no solo es él, digamos que Deadpool piensa algo similar a nosotros, y por
nosotros me refiero a Ricardo y yo, “La vida es una serie interminable de
desastres con breves comerciales de felicidad” dice el súper pero nunca héroe,
Wide Wilson, el chistoso asesino de traje rojo, con pantalones ajustados, muy
ajustados.
También están los lambones que defienden a
la vida y se ponen de lado de ella, ellos dicen que la vida es dependiendo de cómo uno la
mire, pero si ella te obliga a que la mires con odio, con rabia, por favor mírala
así, sedúcela así, odio con odio se cancela, menos con menos da un más como
resultado, y eso que decían que las clases de matemáticas no me iban servir para
nada, pero por favor, y escúchame bien, si no se lo merece; no trates a la vida
como a una señorita; no la llames; no le des cerveza; no la mimes; no le
coquetees; porque a la final, ella no te va a abrir las piernas.
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